martes, agosto 08, 2006

El pueblo de Isabel

Isabel le da la bienvenida a la gente que visita su pueblo. Ella se dedica a tejer con fibras algunas artesanías, como mucha gente de ahí. María, una pequeña vecina, sueña con ser como Isabel cuado sea grande.
Las casas en aquél pueblo son humildes, pero están llenas de colorido, de aromas y sabores, como de los trabajos artesanales que todos realizan.
Toño, el esposo de Isabel, regresa a casa con las compras para la comida cada tarde. El es alfarero y tiene su propio taller desde antes de que se casaran.
Toda la familia ayuda a Isabel; Martha, su hermana, le ayuda desde que volvió al pueblo, luego que su novio se la robara para casarse y... aquella romántica noche de luna de miel que siempre les cuenta que vivió. La mamá de Martha e Isabel les ayuda también.
En el pueblo hay una tienda de raya donde la gente acostumbra cambiar algunas artesanías por víveres, que luego vende a los turistas. Toño cambió una vez una hermosísima escultura por la cuál obtuvo muchas cosas y la tienda la pudo vender a muy buen precio.
La gente es muy unida y los chiquillos juegan en las calles alegremente mientras sueñan en lo que serán al crecer; como Juan, que piensa salir del pueblo y ganar mucho dinero, pero mientras tanto recolecta flores y plantas de donde se elaboran las fibras para muchas artesanías que se confeccionan en el pueblo.
Al caer la noche la gente se reúne a platicar y contemplar el cielo y las estrellas. La vegetación abundante en la noche se vuelve aromática y sus huéspedes interpretan melodías de arrullo.
Isabel, al final del día, se siente satisfecha de la jornada. Le gusta su pueblo y su gente como el trabajo que realiza.
Isabel es una estampa de la calidez de la mujer de ésta patria, sea de algún pueblo o cualquier otro lugar. Amorosa, que une a la familia, con aspiraciones y retos y, sobre todo, trabajadora, como cualquiera, como cada una de ellas.
Al viajar por nuestro país y conocer a una de estas mujeres, ya has conocido a Isabel.

Autores:
Patricia Ortegón
Olga Torres Segura
Guillermo Rosevelt Camporredondo Rdz
R. H. Cooper

Diálogos de un sapo y un lagartijo 3

En una ocasión se acercó el joven lagartijo al sabio sapo y le preguntó:

- ¿Porqué existen el día y la noche?
- Para no olvidar.
- ¿Olvidar qué?
- La belleza de los colores del día y la luz
de las estrellas de la noche.

El hermano del cuñado de la prima de un vecino.

A él le gustan los insectos, su mascota favorita es un grillo al que todos odian en casa, excepto él, pues lo cree un símbolo de buena suerte y disfruta de su canto como un monje oriental lo haría. Le gusta contemplar su colonia de hormigas por horas y horas en completo silencio. Disfruta como pocos contemplar a las libélulas que vuelan sobre el río y hasta llega a sufrir cuando alguna es alcanzada por un ágil pez.
Tanto es su amor por los insectos, y es de todos los que lo conocen tan sabido, que a nadie le sorprendió que por novia eligiera a esa araña.

Diálogos de un sapo y un lagartijo 2

En una ocasión se acercó el joven lagartijo al sabio sapo y le preguntó:

- ¿Cuál es la verdad absoluta?
- La que nadie ve, pero aún así existe.