martes, septiembre 13, 2005

El burro y la flauta

Sin reglas del arte, el que en algo acierta, acierta por casualidad.

Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.

Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.

Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.

Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.

En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.

«iOh! —dijo el borrico—,
¡qué bien sé tocar!
¡Y dirán que es mala
la música asnal!»

Sin regla del arte,
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.

Tomás de Iriarte
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Una vieja ardilla ciega les mostraba a un grupo de animales lo buena que era para reconocer los sonidos.

Pasaba por el camino una sigilosa zorra y con el simple movimiento de sus patas la ardilla la reconoció, luego una cabra e igualmente fue reconocida, y así sucedió con la paloma, el águila y la tortuga.

En ese momento venía por el camino que atraviesa el bosque un burro. Era un burro muy especial, pues tanto había vivido en el pueblo, entre los hombres, que había empezado a bailar; no lo hacia muy bien pero lo intentaba.

En el camino había un árbol que daba sombra y descanso a los viajantes en el cuál varios días atrás un muchacho había olvidado sobre una roca su flauta.

El burro, que conocía el paraje perfectamente se detuvo a descansar a la sombra del árbol. Él no estaba cansado, pero como siempre que alguien lo jalaba se detenía en ese mismo lugar, lo hizo por costumbre.

Cuando miró la flauta fue hasta ella y la reconoció como el objeto que los hombres se llevan a la boca para imitar el canto de las aves. Intentó hacer lo mismo, ya que se sentía muy educado; pero de un mordisco la rompió y ni una nota pudo sacarle. Sintiéndose apenado (la pena no es natural de los burros pero éste la aprendió de los hombres) se apartó apresurado temiendo que alguien lo viera (desde luego, solo le preocupaban los hombres y no los animales del bosque).

- Eso -dijo la ardilla- fue un burro

Al presenciar esto, el grupo de animales se dirigió a la vieja ardilla ciega diciendo:

- Y nosotros pensábamos que ya lo habíamos visto todo.

A lo que la ardilla les contestó:

- Yo también viví entre el hombre y muchas cosas aprendí. Pero no me dejé deslumbrar por las costumbres de ellos, sino que aprendí a leer. Esta actividad de los hombres los hace crecer por dentro aún cuando por fuera se empiecen a encoger -claro que ningún animalito de los presentes entendió-. Así fue como me acabé mi vista. Pero con todo lo que aprendí leyendo puedo asegurarles a ustedes que lo que le ha sucedido a este burro fue lo mejor que le pudo haber pasado. Por el bien de su ego, desde luego.

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